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Discurso de ingreso de D. Fernando Santos Urbaneja, académico correspondiente por Carrión de los Condes

RELACIONES ENTRE CÓRDOBA Y CARRIÓN DE LOS CONDES ENTRE LOS SIGLOS IX Y XVI. CRÓNICA DE UNA AMISTAD

Palencia. Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes

 ÍNDICE

    • PRIMERA PARTE: CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO

1.- SIGLO IX

Comienzos del Siglo IX en Córdoba

Brania Ossaria (Brañosera) Año 824 Primera Carta Puebla

Descubrimiento del Sepulcro de Santiago – Año 824

La fuerza que vino del Norte: Alfonso III el Magno

La fuerza que vino del Sur: Huida de los monjes de Córdoba al reino cristiano del norte – Año 860…

San Miguel de Escalada; Lugar de encuentro.

La fuerza que caminaba siguiendo el camino del sol. Los peregrinos hacia Compostela

Nacimiento de Castilla

Repoblación de Carrión – Año 875 – El cenobio de San Juan Bautista.

    • SEGUNDA PARTE: RELACIONES ENTRE CÓRDOBA Y CARRIÓN DE LOS CONDES ENTRE LOS SIGLOS IX Y XVI

2.- SIGLOS IX-X-XI

Llega a Carrión la memoria y fama de San Zoilo.

La familia de los “Banu Gómez”

El infante Don Fernando defiende la taifa de Córdoba

El regreso del Infante a Carrión – Año 1070 – portando las reliquias de San Zoilo, San Félix y San Agapio.

Cenobio de San Juan de allende el Río – Monasterio de San Zoilo.

La figura de la Condesa Dª Teresa. Epitafio

3.- SIGLO XII

El auge del Camino de Santiago.

El Obispo Gelmírez – El Códex Calistinux (Hacia 1140)

Formación de la identidad europea

Dª Urraca y la reliquia de Santiago

4.- SIGLO XIII

Las Navas de Tolosa – Año 1212 –

Reconquista de Córdoba – Año 1236 –

Don Pedro González Telmo (San Telmo)

5.- SIGLOS XIV-XV

El nacimiento del Marqués de Santillana – Año 1398.-

Infancia en Carrión

Retrato del Marqués

Su relación con Séneca

Su relación con Maimónides a través del Rabí Dom Sen Tob

Su relación con Juan de Mena

El encuentro con la Vaquera de la Finojosa

Muerte del Marqués

6.- SIGLO XVI

Declive de Córdoba

El hallazgo en Iglesia de San Pedro de las reliquias de los Mártires. Gozo inicial y dudas subsiguientes.

La aparición del Arcángel San Rafael al Padre Andrés de las Roelas – Juramento de fidelidad a la ciudad

Discrepancia con Carrión sobre las reliquias de San Zoilo.

Dictamen conciliador de Ambrosio de Morales.

7.- SIGLOS XVII Y XVIII

La Hermandad de los Caballeros de San Zoilo. El intento por obtener una reliquia – año 1604 –

Recepción de la reliquia – Año 1714 – y solemne entronización en la ermita de San Zoilo.

8.- SIGLO XXI

Libro sobre San Zoilo y ruta por la ciudad – Año 2003 –

Resacrización de la ermita de San Zoilo – Año 2017 –

Concesión de nueva reliquia – Año 2017 –

    • TERCERA PARTE: CONCLUSIÓN

Excmo. Sr. Director de la Real Academia de Córdoba

Excmas e Iltmas Autoridades.

Académicos de número y correspondientes

Señoras y Señores:

Quiero que mi primer agradecimiento sea para el académico y admirado amigo D. Enrique Aguilar Gavilán, Catedrático de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba, quien desde hace años, en las jugosas conversaciones que manteníamos de mañana, casi siempre a la altura de la Puerta de Almodóvar, fue fraguando la idea de mi ingreso en la Academia, idea que ha mantenido con inquebrantable tesón y que hoy ve cumplida, para su satisfacción y la mía.

Quiero en segundo lugar agradecer a quienes han sido mis avalistas, quienes han puesto su firma en la propuesta de ingreso depositando en mi una confianza que espero no defraudar.

Me refiero a los Académicos de número:

      1. Fernando Cruz Conde y Suárez de Tangil
      2. Francisco de Paula Sánchez-Zamorano

Finalmente quiero agradecer a la Academia que recibe, en la persona de su Director D. José Cosano Moyano, las muestras de afecto que desde el primer momento me ha dispensado como Académico correspondiente por Carrión de los Condes, mi pueblo.

Precisamente, las históricas relaciones entre Córdoba y Carrión son el tema y objeto de mi discurso. Pronto se hará evidente que este relato es “La crónica de una amistad” La exposición sigue el esquema clásico de tres partes:

      1. Introducción, referida al contexto histórico y geográfico.
      2. Desarrollo del tema
      3. Conclusión
    • PRIMERA PARTE: CONTEXTO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO

SIGLO IX

Año 800: Nacimiento de San Eulogio

Año 818: Revuelta del Arrabal

Año 824: Fuero de Brañosera

Año 824: Hallazgo del Sepulcro de Santiago Apóstol el Iria Flavia

Año 824 (En torno) San Eulogio recibe el orden sacerdotal en la basílica de San Zoilo.

Año 859: Martirio de San Eulogio

Año 860: Comienza la huida-emigración de los monjes de Córdoba al norte – Monjes eremitas – Iglesias rupestres.

Año 870: Encuentro de Alfonso III el Magno con los monjes de Córdoba en San Miguel del Escalada (León)

Año 870 Se hace perceptible el paso de peregrinos hacia Santiago.

Años 870 En los valles del viejo reino de León, nace Castilla.

Año 875 Repoblación de Carrión – Fundación del cenobio de San Juan Bautista

Año 900 Alfonso III el Magno celebra en Carrión la toma de Zamora.

SIGLO IX

El comienzo del siglo IX no fue feliz para Córdoba. En el año 818 la represión por el Emir Al Hakam I de la revuelta del arrabal llevó la desolación a esta parte de la ciudad. Un rastro de sangre recorrió sus calles hasta llegar al Guadalquivir.

No muchos años antes había nacido, en una casa sita en el barrio de los tiraceros (bordadores), junto a la basílica de San Zoilo, un niño descendiente de una familia que pertenecía a la más antigua aristocracia hispano-romana. Le pusieron por nombre Eulogio, como a su abuelo. La familia conservaba viva la llama del cristianismo y vivían humillados bajo la dominación musulmana.

Eulogio se instruyó en el Monasterio de San Zoilo (anexo a la basílica con habitación para doscientos monjes) bajo la tutela del Abad Esperaindeo y allí, siendo obispo de Córdoba Recafredo, recibió el orden sacerdotal en presencia de su madre, hermanos y amigos, especialmente de Alvaro Paulo, su hermano del alma. Pronto inició Eulogio su apasionado apostolado atrayendo hacia sí a un puñado de fervorosos cristianos que, no tardando, quisieron dar testimonio de su fe con la vida, convirtiéndose en los “Mártires voluntarios de Córdoba” (Flora, María, Leocricia, Columba, etc…)

Pero dejemos por un momento en Córdoba a Eulogio y su cruzada para trasladarnos 800 kilómetros al norte porque allí acababa de suceder un acontecimiento trascendental. En Brañosera (Brania Ossaria), en el año 824, reinando Alfonso II el Casto en las Asturias, el Conde Munio Núñez y su esposa Argilo acaban de conceder la primera “carta puebla”, carta de repoblación, convirtiendo a Brañosera en el primer municipio de España.

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La reconquista-repoblación de la península daba así su primer paso. Pero no fue este el único acontecimiento feliz que viviría este casto monarca. Al tiempo que el Conde Munio otorgaba el Fuero, un alborozado emisario se dirigía a Oviedo para comunicarle que en Iria Flavia, en tierras de su reino, acababa de producirse por intervención divina, el hallazgo del sepulcro del Apóstol Santiago.

¡Esto era el colmo de la buena suerte! precisamente en el momento en que el insignificante reino astur planteaba la epopeya de librar a la península del dominio sarraceno.

Tres acontecimientos, tres ingredientes, tres fuerzas con que construir una historia. Todas ellas se desarrollaron, actuaron y confluyeron pocos años después en un mismo territorio. La fuerza del norte prosiguió su avance hacia el sur impulsada vigorosamente por Alfonso III el Magno.

Por su parte, nuestros mozárabes cordobeses, a la muerte de Eulogio su caudillo ocurrida el día 11 de Marzo de 859, iniciaron una masiva emigración hacia el cristiano reino del norte. Los monjes de San Zoilo así lo hicieron asentándose en San Miguel de Escalada (León) donde construyeron una primera iglesia. Hasta allí llevaron la memoria y la fama de sus mártires. Escrito en el ara del altar del ábside del Evangelio puede leerse

“Aquí están los restos de San Acisclo y de Santa Columba”

Allí, en San Miguel de Escalada los encontró Alfonso III, produciéndose una primera fusión del alma del norte con el alma del sur; del vigor guerrero astur con la espiritualidad y la cultura de Andalucía.

Y precisamente, en este momento en que guerreros, repobladores y monjes avanzaban por los valles del viejo reino Astur-Leonés, una nueva fuerza se va a sumar y mezclar con ellos. Esta no caminaba de Norte a Sur ni de Sur a Norte, sino de Este a Oeste siguiendo el camino del sol. Se trataba de los peregrinos que venían de Europa, de Francia, de Alemania, en definitiva de la cristiandad que se había puesto en marcha hacia Compostela.

Sí, “estamos asistiendo al nacimiento de Castilla”. En el último cuarto del Siglo IX, en el viejo reino de León, de padre astur y madre andaluza, siendo testigos del alumbramiento los peregrinos que caminaban a Santiago.

Esta Castilla que ahora nace será ya niña en el Duero cuando Alfonso III reconquiste Zamora en año 900; Será adolescente en el Tajo, cuando Alfonso VI reconquiste Toledo en el año 1086; Será mujer joven en el Guadalquivir, cuando Fernando III el Santo reconquiste Córdoba en el año 1236 y será mujer madura en el Darro, cuando los Reyes Católicos reconquisten Granada en el año 1492 haciendo que, en este momento, Castilla y España sean ya la misma cosa.

Precisamente, sin perder tiempo, esta Castilla-España va a dar a luz un hijo sobre el que se va a proyectar en los siglos venideros; “El nuevo mundo” y un imperio en cuyos límites no se ponía el sol.

Pero no lo olvidemos, todo empezó en Brañosera, en Oviedo, en Santiago, en las tierras del alto Duero en aquellas lejanas fechas del siglo IX.

    • SEGUNDA PARTE: RELACIONES ENTRE CÓRDOBA Y CARRIÓN DE LOS CONDES ENTRE LOS SIGLOS IX Y XVI

SIGLOS IX-X-XI

Año 875.- Llega a Carrión la memoria y fama de San Zoilo.

Año 900… – La familia de los “Banu Gómez” y el Condado de Carrión.

Año 1060-1070 – El infante Don Fernando defiende la taifa de Córdoba.

Año 1070 – Regreso del Infante a Carrión portando las reliquias de San Zoilo, San Félix y San Agapio – El Cenobio de San Juan de allende el Río – Monasterio de San Zoilo – La figura de la Condesa Dª Teresa.

Año 1093.-  Muerte de la Condesa – Epitafio.

SIGLO XII

Años 1100-1200: Auge del Camino de Santiago. Formación de la identidad europea.

Año 1140 – El Obispo Gelmírez – El Códex Calistinux – Construcción de la catedral.

SIGLO XIII

Año 1212.- Las Navas de Tolosa.

Año 1236.- Reconquista de Córdoba. – Don Pedro González Telmo (San Telmo)

SIGLOS XIV-XV

Año 1398 El nacimiento del Marqués de Santillana.- Infancia en Carrión

          • Su relación con Séneca
          • Su relación con Maimónides a través del Rabí Dom Sen Tob
          • Su relación con Juan de Mena
          • El encuentro con la Vaquera de la Finojosa

Año 1456: Muerte de Juan de Mena.

Año 1458: Muerte del Marqués.

SIGLO XVI

Año1500.-  Declive de Córdoba

Año 1575.- Finaliza construcción del Claustro Plateresco de San Zoilo en Carrión.

Año 1575.- Hallazgo en Iglesia de San Pedro de las reliquias de los Mártires. Gozo inicial y dudas subsiguientes.

Año 1578.- La aparición del Arcángel San Rafael al Padre Andrés de las Roelas – Juramento de fidelidad a la ciudad – Inicial discrepancia Carrión sobre las reliquias de San Zoilo – Dictamen conciliador de Ambrosio de Morales.

SIGLOS XVII Y XVIII

Año 1600 – La Hermandad de los Caballeros de San Zoilo. El intento por obtener una reliquia de Carrión.

Año 1604 – Concesión de la reliquia.

Año 1714 Recepción de la reliquia y solemne entronización en la ermita de San Zoilo.

SIGLO XXI

Año 2003: Presentación en Córdoba del Libro “San Zoilo; un Mártir cordobés en el Camino de Santiago”

Año 2003.- Primera ruta de San Zoilo y sus compañeros Mártires por la ciudad.

Año 2017.- Resacralización de la ermita de San Zoilo

Año 2017.- Carrión concede una nueva reliquia de San Zoilo.

SIGLOS IX-X-XI

De San Miguel de Escalada partió el Rey Alfonso III con sus guerreros, repobladores y muchos monjes de los venidos de Córdoba. Algunos de ellos eligieron el silencio, se convirtieron en ermitaños, en eremitas y se dispersaron por la cordillera cantábrica, desde el leonés Valle del Silencio (Santiago de Peñalba) hasta el desfiladero de la Hermida (Santa María de Lebeña), siendo especialmente visible su presencia en Valderredible, con varias decenas de ermitas rupestres. Para nosotros resulta particularmente atractiva, la de San Acisclo en la localidad de Arroyuelos.

Los que avanzaron hacia el sur repoblaron Sahagún en el año 872 y en el año 875 llegaron a Carrión donde fundaron un pequeño cenobio llamado de “San Juan de allende el río».

MARTIN RAMIREZ en su “Historia de Carrión” dice:

“La fundación de San Juan Bautista, de allende el río como se llamó en su primera fundación, se dice fue debida a los monjes Benitos que venidos de Córdoba en la general invasión árabe huyendo de sus amenazas, se cobijaron en las montañas circunvecinas».

Los monjes trajeron con ellos la memoria y la fama de San Zoilo.

Es seguro que en sus oficios, en sus cantos y antífonas, resonó el nombre del mártir amado de San Eulogio.

Estamos asistiendo a la primera visita colectiva de cordobeses a Carrión, ayudando a su repoblación y consolidación.

En el siguiente siglo, el Conde Diego Muñoz, cabeza de la estirpe de los “Banu Gómez” construyó durante tres generaciones un espacio político entre los Reyes de León, los Condes de Castilla y los califas de Córdoba.

En el Siglo XI, el final de califato y la unión de Castilla y León fue beneficioso para la estirpe de los “Banu Gómez” que consolidó su predominio en el corredor del Carrión e incluso lo ensanchó, trasladando su capital de Saldaña a Carrión.

Por este tiempo las relaciones de los “Banu Gómez” con los gobernadores de la taifa de Córdoba eran de verdadera amistad. Como hermanos se trataban y como hermanos se tenían, porque la reconquista cursaba con prolongadas pausas y, entre tanto, había y no había hostilidades.

Lo cierto es que los problemas no los tenía Córdoba en este tiempo con los cristianos, sino con sus compañeros de fe, especialmente con la taifa de Sevilla. Almutamid había puesto sus ojos en “la blanca paloma” y ansiaba anexionársela.

En esta grave circunstancia los gobernantes de Córdoba solicitaron ayuda a sus hermanos del norte, a los “Banu Gómez”. D. Fernando, el mayor de los hijos de Don Goméz y Dª Teresa, Condes de Carrión, partió con sus tropas en auxilio de aquélla.

Defendió el infante la ciudad hasta que en el año 1070, no mediante las armas, sino por la astucia, consiguió Almutamid la ansiada anexión de Córdoba.

No era ya necesaria la presencia de los guerreros cristianos en la ciudad y éstos se dispusieron a partir para su tierra.

La despedida fue dolorosa, El rey quiso pagar al Infante los servicios prestados. Cuentan las crónicas que rechazó las riquezas materiales pero si solicitó una cosa, el cuerpo de San Zoilo.

El Padre Antonio DE YEPES en su “Crónica de la Orden de San Benito” da cuenta de este hecho en los siguientes términos:

«Fue a Córdoba Fernán Gómez y lo hizo tan valerosamente en la guerra que, viéndose el rey moro obligado, le rogó le pidiese mercedes.

Don Fernán Gómez que no había venido a la guerra por interés, sino por mostrar el valor de su persona y del linaje de donde descendía, no quiso paga en dinero ni en posesiones, sino suplicó al rey le diese los cuerpos de San Félix y San Zoilo, mártires famosos de Córdoba.

El Rey condescendió fácilmente con las peticiones de Don Fernando y le hizo entrega de tres muy grandes santos; San Zoilo y San Félix, Mártires y San Agapio, confesor, que aunque lo que principalmente pidió el conde D. Fernán Gómez fue el cuerpo de San Zoilo, pero estaban todos en una iglesia y a los moros les dolía poco el dejarlos llevar de Córdoba».

Pero, ¿Por qué pidió el Infante el cuerpo de San Zoilo?

Es muy probable que D. Fernando hubiese oído muchas veces a su piadosa madre la Condesa Dª Teresa relatar las circunstancias que rodearon el martirio de San Zoilo cuya historia y devoción, como ya ha quedado dicho, había llegado doscientos años antes a Carrión con los monjes huidos de Córdoba y pensase en la inmensa alegría que la posesión de las reliquias causaría a su madre.

Y dicen las crónicas que:

“El Conde D. Fernando desenterró los cuerpos con devoción,

los envolvió en paños muy blancos y muy decentes

y emprendió el camino de Carrión.

Y llegado a Carrión

hízose gran fiesta en la comarca

e cantáronse villancicos

Y desde entonces esta villa

celebra sus fiestas patronales

entre San Juan y San Zoilo”

Ya tenemos las reliquias de San Zoilo en Carrión, junto a las de San Felix y San Agapio. A su llegada el cenobio de San Juan de Allende el Río mudó su nombre por el de San Zoilo, y se hizo iglesia nueva y la Condesa mandó traer un Abad de Cluny para complacer a Alfonso VI y el pueblo de Carrión comenzó a vibrar, hasta el día de hoy, con su Patrono.

Aunque las crónicas dicen que el Infante rechazó los tesoros materiales que le ofreció el Rey-Gobernador de Córdoba, es lo cierto que si los trajo. Es de destacar la colección de arquetas árabes. Una de ellas fue adquirida en el año 1871 por el Museo Arqueológico Nacional donde puede verse en la actualidad y unos mantos de honor (tela azul y roja) descubiertos en el año 2003, de valor histórico incalculable que pueden admirarse en el Monasterio.

Al tiempo de llegar San Zoilo a Carrión era masivo el numero de peregrinos que con motivo del Año Santo o Perdonanza de Santiago caminaban hacia Compostela.

Entonces el pueblo se llamaba Santa María de Carrión que es lo mismo que decir Santa María del Camino de Santiago, pues en el Medievo “carrera” era sinónimo de “camino”, de este modo, Carrión significa “Camino grande” , en clara referencia al “Camino de Santiago”.

En el año 1095 nos dejó la Condesa, envuelta en un halo de santidad. En su sepulcro conservado en el Monasterio de San Zoilo puede leerse su epitafio:

“Mujer amada de Dios, yace enterrada en este sepulcro la que fue Condesa de nombre Teresa.

Murió a los nueve días del mes de Junio y por sus méritos todos deben llorar por ella.

Edificó la iglesia y el puente de los peregrinos de magnífica fábrica.

Frugal para sí misma y generosa con los pobres.

Dios que siendo trino reina sobre todo, le conceda el reino que permanece para siempre. Año 1093″

SIGLO XII

Es el gran siglo del Camino. En Santiago, a iniciativa del Obispo Diego Gelmírez se escribe el “Códex Calixtinus” (Hacia 1140) y se construye la catedral románica que ha llegado a nuestros días.

Los peregrinos caminan a miles. Asistimos con ello al nacimiento de “Europa”. Europa se hizo caminando. La probabilidad de que un peregrino que saliese de Frankfurt o de Milán llegase con bien a Santiago era muy pequeña. Para favorecerlo se produjo una vigorosa coalición entre el poder temporal y el poder espiritual. Papas y Reyes unieron sus fuerzas a favor del peregrino y tanto los textos civiles como los eclesiásticos, recogieron el mandato de protección con severas penas para los infractores.

El peregrino cruzaba las fronteras pero el mismo derecho regia en tras todas ellas, era un derecho común, precedente del Derecho Internacional y fundamento de la unidad europea. Sí, el camino se convirtió en la Calle Mayor de Europa. A la identidad territorial se sumó la identidad jurídica y la identidad emocional de compartir experiencias, saberes y creencias, el Camino era el “Erasmus” de la Edad Media.

En Carrión, una venerable tradición dice que la reina Dª Urraca, hija y sucesora de Alfonso VI, guardaba en el Monasterio de San Zoilo la reliquia de la cabeza de Santiago y que, en un momento dado, la remitió a Compostela por considerar que parte tan principal del cuerpo debía estar alejada de éste.

SIGLO XIII

En la península asistiremos recién iniciado el siglo a un acontecimiento trascendental. La batalla de las Navas de Tolosa (1212). La victoria de la coalición de los reinos cristianos del norte abrió la puerta a la reconquista de la Bética. Úbeda, Baeza, Córdoba en el año 1236. ¡Cómo hubiese celebrado este día el viejo mozárabe Eulogio!

Tras un prolongado asedio, el día 29 de Junio de 1236, de mañana, tras haber hecho sus rezos los musulmanes de Córdoba salieron por el puente en dirección sur “con lo que pudieran llevar en las manos” según lo pactado.

A mediodía el Rey Santo entraba en la ciudad por la aún visible Vía Augusta para asentarse en el Realejo. Venía con él, a su lado un palentino, el jovencísimo dominico D. Pedro González Telmo, su confesor, a quien Don Fernando había hecho llamar meses atrás para que catequizara a sus tropas mientras permanecían ociosas acampadas a un par de leguas de la ciudad en terrenos próximos al actual santuario de la Virgen de Linares.

Es de creer que por la tarde oficiase misa en la catedral junto a obispo de Soria que también venía en la comitiva. De este modo, en el mismo día, en el mismo templo se elevaron oraciones al Dios de los musulmanes y al Dios de los cristianos, signo evidente de una común espiritualidad, diálogo eterno entre el Creador y la criatura.

Pedro González Telmo, “San Telmo”, (de momento el único santo palentino), era el protegido del Obispo de Palencia D. Tello Téllez creador en esta ciudad en el año 1208 de unos “Estudios Generales”, primera universidad de la península.

Tello Téllez procuró ante el Rey el obispado de Córdoba para el joven Pedro pero el monarca tenía otras prioridades y el nombramiento recayó en otro palentino el Obispo Fitero, primer obispo de Córdoba, natural de Itero de la Vega, localidad que se encuentra al lado del río Pisuerga sobre el que se eleva el “puente fitero” enclave bien conocido por los peregrinos que tras atravesar las esteparias llanuras burgalesas, recuperan fuerzas en la cercana ermita de San Nicolás.

Partió el joven Pedro para Galicia y allí llevó a cabo la mayor parte de su ministerio destacando su labor con las gentes del mar siendo proclamado “Patrón de los Marineros” y Patrón de Tuy, su segunda patria.

No deja de resultar paradójico que la mayor parte de puertos, barcos y edificios marineros, entre ellos la sede del Gobierno de Andalucía, antigua escuela de Marina, lleven por nombre el de un palentino nacido en Frómista, en severo terreno de secano, gran productor de trigo, en latín “frumentum”, que de este término deriva su nombre.

Por lo demás Fernando III el Santo, una vez asentado, distribuyó entre sus capitanes casas y haciendas. De este modo fue como vascones, gallegos y castellanos se asentaron en estas tierras

En Córdoba, ya con libertad, los cristianos buscaron incansables las reliquias de los Santos Mártires, escondidas tras la entrega 160 años antes de las reliquias de San Zoilo, pero todo fue en vano.

SIGLOS XIV Y XV

A finales del Siglo XIV, el día 19 de Agosto de 1398 nació en Carrión un niño al que pusieron por nombre Íñigo, y que con el tiempo se convertiría en el I Marqués de Santillana, Conde del Real de Manzanares, Señor de Hita y Buitrago.

Quiero detenerme un poco en su figura y biografía pues resulta clave en las relaciones entre Carrión y Córdoba.

Fue su padre D Diego Hurtado de Mendoza, Señor de Hita y Buitrago. Almirante mayor de Castilla y sus abuelos paternos D. Pedro González de Mendoza (El de Aljubarrota) y Dª Aldonza López de Ayala.

Fue su madre Dª Leonor de la Vega, Señora de las Asturias de Santillana y sus abuelos maternos D. Garci Lasso Ruiz de la Vega y Dª Mencía de Cisneros

Fue su esposa Dª Catalina Suárez de Figueroa y tuvieron ocho hijos entre ellos D. Pedro González de Mendoza, el gran Cardenal de España.

Almudena de Arteaga, tataranieta del Marqués y actual Duquesa del Infantado, en su “Biografía del Marqués de Santillana” nos presenta a Íñigo con seis años jugando por las calles de Carrión junto a su inseparable primo Fernán Álvarez de Toledo, sorteando en sus juegos a algún peregrino que se dirigía al Hospital de la Herrada, que fundara Gonzalo Ruiz de Girón, distante media legua de la ciudad.

Más tarde nos referirá el Marqués, en su “Prohemio e carta al Condestable de Portugal” lo siguiente:

“Acuérdome siendo niño, en hedad no provecta, más asaz pequeño moço, en poder de mi abuela doña Mençía de Cisneros, entre otros libros aver visto un gran volumen de cantigas, serranas e dezires portugueses e gallegos, cuyas obras, aquellos que las leían, loavan de invençiones sotiles e de graçiosas y dulçes palabras”

D. Iñigo López de Mendoza, I Marqués de Santillana, es el prototipo del Guerrero-Poeta. En lo tocante al cultivo de las letras en algún modo recoge y continúa la tradición iniciada casi doscientos años antes por Alfonso X el Sabio y su sobrino el Infante Don Juan Manuel. Hernando del Pulgar hace del Marqués el siguiente retrato:

“De mediana estatura, 

proporcionado en la compostura de sus miembros

y hermoso en las facciones de su rostro.

Era hombre agudo y discreto,

de tan gran coraje,

que ni las graves cosas le alteraban

ni en las pequeñas le hacía placer entender.

Fablava muy bien

fue muy templado en comer y en beber

tuvo en su vida dos notables ejercicios:

Uno en la disciplina militar, 

otro en el estudio de la ciencia.

Ni su osadía era sin tiento

ni en su cordura se metió jamás punto de cobardía.

Muy celoso de las cosas que a varón pertenecía façer

tenía gran copia de libros y dábale al estudio,

especialmente de filosofía moral y de cosas peregrinas y antiguas.

No puedo negar que no tuviera algunas tentaciones

de las que esta nuestra carne suele dar a nuestro espíritu

y que algunas veces fuese vencido

quier de ira, quier de lujuria.

Fenesció sus días en edad de cincuenta y nueve años

con gran honra y prosperidad.»

¿Por qué la figura del Marqués es tan importante en la relación Carrión-Córdoba?

Por la relación que tuvo con sabios y preclaros cordobeses:

        • En primer lugar con SÉNECA

De nuestro querido Séneca me interesa hoy fijarme en una de sus dimensiones o facetas, su percepción de la divinidad.

Se dice de Séneca que nació en un momento en que los dioses romanos ya no servían y el Hijo de Dios aún no había nacido. La afirmación es cierta, con una salvedad, que el destino quiso que apenas cuatro años después de nacer Séneca en Córdoba naciera también, en Belén de Judá, el Hijo de Dios, es decir, que coincidieron físicamente en este mundo terrenal.

Séneca tenía su propia y particular idea de Dios. Seguramente llegó a conocer bien la mitología griega. Los dioses griegos eran tiránicos, caóticos, vengativos y libertinos, nada dados a la piedad o la misericordia. Los pocos que la practicaron fueron rigurosamente castigados. Así, Prometeo fue castigado por Zeus por robar el fuego sagrado y entregárselo a los hombres para que se calentaran. Por su parte Antígona fue castigada por dar sepultura a su hermano contraviniendo las órdenes de Creonte. Séneca anhelaba, quizás presentía, otra forma de divinidad. Una divinidad adornada por el amor y la misericordia.

Nadie como Rubén Darío ha captado esta idea en los versos que dicen:

Viajo entre sombras…. pero yo quisiera,

antes que la palabra quede muda

y el ojo sin visión, clavar mi duda

sobre las tablas de una cruz cualquiera

Afirmar y creer que cada cosa

se rige por un ímpetu lejano

y que en el alma universal se posa

a un tiempo maternal y silenciosa

la sabia providencia de una mano

Esa “sabia providencia materna de una mano”, refleja bien la espiritualidad de Séneca.

El término “maternal” resulta evocador de Helvia, la madre que el joven Séneca dejó desoldada en Córdoba cuando muy joven se fue a Roma a seguir la carrera propia de los de su estirpe. Para ella escribiría alguna de sus más conmovedoras “Consolaciones”.

No es de extrañar que Tertuliano, un cronista romano de la época considerase que muchas de las doctrinas morales expuestas por Séneca tenían gran parecido con las de los cristianos.

El prestigio de Séneca creció entre ellos sobremanera por su relación con San Pablo. Cuando Pablo fue llevado a Roma para ser juzgado, dada su condición de ciudadano romano, fue Séneca quien, como Pretor y encargado de los asuntos jurídicos de la casa de Nerón, se ocupó del caso. Séneca colocó a San Pablo en un cómodo arresto domiciliario en tanto se esclarecían los términos y circunstancias de la acusación que la había traído a Roma.

Escribió entonces Pablo las cartas a los Romanos. Una venerable tradición afirma que entre el apóstol y Séneca también se cruzaron cartas, en concreto siete cada uno.

San Isidoro en sus “Etimologías” alude a ellas pero parece que nadie las vio, ni llegaron nunca a existir aunque si probablemente la amistad entre estas dos grandes almas.

Finalmente Séneca sobreseyó el proceso abierto a San Pablo al no encontrar acusación que lo sustentase, por lo que éste quedó libre y prosiguió su apostolado y predicación.

Si en los primeros siglos la fama de Séneca era grande entre los cristianos, con el tiempo se olvidó o tornó en oscuridad, de modo que en la Edad Media era un personaje olvidado e incluso denostado.

Pues bien, si es preciso reconocer que la reivindicación de la figura de Séneca en la Europa del Renacimiento vino de la mano de Erasmo de Róterdam (1466-1536), en la península la reivindicación la hizo el Marqués de Santillana.

El Marqués admiraba sobremanera la figura de Séneca y su obra.

La influencia del estoicismo es especialmente perceptible en su obra “Bías contra Fortuna”, una especie de consolación dedicada a su querido primo Fernán Álvarez de Toledo, Conde de Alba, en tiempo de tribulación cuando estaba preso por avatares de la política.

En vida hizo publicar el Marqués conjuntamente obras suyas y las del sabio cordobés.

Para después de su muerte mandó expresamente en su testamento al archivero de su biblioteca de Manzanares el Real, que habría se seguir conservando y publicando la obra del cordobés.

        • En segundo lugar, (si bien de modo indirecto) tuvo el Marqués relación con el judío MAIMÓNIDES a través del también judío de Carrión el RABÍ DOM SEN TOB

De sabio a sabio. Del siglo I al Siglo XII:

Séneca (Córdoba, 4 a. C.-Roma, 65 d. C.)

Maimónides (Córdoba, 1135 – El Cairo, 1204)

La figura de Maimónides es tan grande que su autoridad nunca fue discutida ni por los judíos, ni por los no judíos; Ni en su vida, ni a su muerte.

Al morir este cordobés que tuvo que abandonar Córdoba a raíz de la invasión almohade, hicieron duelo las tres grandes religiones del Libro (musulmanes, judíos y cristianos)

Actualmente, en Washington, en la cúpula del capitolio, uno de los ochenta nombres que se encuentran grabados en la misma con letras de oro, es el de Moisés Maimónides.

Con razón afirman los judíos: “De Moisés (el de la tablas de la ley) a Moisés (Maimónides) no ha habido otro “Moisés”

Sus escritos se leían, comentaban y acataban en todas las juderías del mundo.

En Carrión se encontraba la judería más importante de la región, siendo también importantes las de Paredes de Nava y Aguilar de Campoo.

En Castilla el más famoso judío de la época fue el Rabí Dom Sen Tob (Carrión de los Condes, Palencia, c. 1290 – c. 1369).

Dom Sen Tob no solo seguía fielmente las enseñanzas de Maimónides. Su particular espíritu le hizo reparar también  en el otro sabio cordobés ya referido, Séneca. El judío expresa en sus escritos una devota admiración por él.

Más tarde vendrían las persecuciones y expulsiones pero en el tiempo que a Don Sem Tob le tocó vivir gozó de la protección del Rey Don Pedro I el Cruel (o el Justiciero) para quien escribió su célebre obra “Consejos y documentos al Rey Don Pedro”

Parece que el rabino era temperamental pues así se dirige al Monarca:

Noble Señor, Rey alto

escuchad a Dom Sen Tob

judío de Carrión.

Por nascer en espino

non val la rosa menos

ni tampoco el buen vino

 

por salir de un pellejo

No vale el azor menos

por criarse en vil nido

ni los proverbios buenos

por los decir judío

Pues bien, nuestro Marqués conoció mejor a estos dos sabios cordobeses, Séneca y Maimónides, a través de Dom Sen Tob.

El Marqués, en su carta al Condestable de Portugal elogia su figura cuando señala:

 “Concurrió en estos tiempos un judío que se llamó Rabí Santo, é escribió muy buenas cosas, é entre ellas proverbios morales, en verdad de assaz, comendables sentencias. Púsele en cuento de tan grandes gentes por gran trovador”

Ciertamente, sus proverbios morales, son una cumbre de la estética y la sabiduría. Recordemos alguno de ellos:

“No hay mejor riqueza

que la buena hermandad

pues calma la pobreza

como la soledad”

…//….

“Mal es la soledad

mas peor es compaña

de hombre sin verdad

que a hombre engaña”

        • Analizaré en tercer lugar la relación del Marqués con JUAN DE MENA

Juan de Mena nació en Córdoba en el año 1411 y murió en Torrelaguna (Madrid) en el año 1456.

Su obra más conocida fue “El laberinto de la Fortuna” (o Las Trescientas) dedicada al Rey Juan II.

Mantuvo con el Marqués de Santillana una profunda amistad al que dedicó el denominado “Comentario a la Coronación” (1438) y el Marqués veneraba su valor literario y su trato.

En alguna ocasión Don Íñigo manifestó que el único aliciente de acudir a las tediosas Cortes a que a menudo el Rey convocaba a los nobles, era la esperanza de ver a Juan.

La memoria de este hombre, de enfermiza naturaleza, permanece completamente olvidada en Córdoba, salvo una calle que recuerda su nombre.

Este preclaro estudiante de Salamanca, murió en Torrelaguna pobre de solemnidad dos años antes que lo hiciera el Marqués y fue enterrado aún más pobremente.

Al enterarse se espantó su amigo Íñigo de este hecho y mandó construir y costeó un suntuoso sepulcro del que hoy nada se conserva si bien, Antonio Ponz cuenta en su Viaje de España (1781) que en las gradas del presbiterio de Torrelaguna halló una piedra con esta inscripción en letra gótica:

Patria feliz, dicha buena,

escondrijo de la muerte

aquí le cupo por suerte

al poeta Juan de Mena.

        • Para finalizar este capítulo de relaciones del Marqués con preclaros cordobeses, evocaré el sabroso encuentro con una cordobesa, LA VAQUERA DE LA FINOJOSA

De las creaciones literarias del Marqués, quizás las más referidas y celebradas sean las “Serranillas”.

Se define la “serranilla” como composición lírico-narrativa en verso de arte menor típicamente castellana que cuenta el encuentro amoroso con una mujer de la sierra o serrana.

De entre las del Marqués es muy recordada la dedicada a la Vaquera de la Finojosa. Dice así:

Moça tan fermosa

non vi en la frontera,

como una vaquera

de la Finojosa.

Faziendo la vía

del Calatraveño

a Santa María,

vençido del sueño,

por tierra fragosa

perdí la carrera,

do vi la vaquera

de la Finojosa.

En un verde prado

de rosas e flores,

guardando ganado

con otros pastores,

la vi tan graciosa,

que apenas creyera

que fuese vaquera

de la Finojosa.

El pueblo de Hinojosa del Duque profesa gran cariño a la figura del Marqués y con periodicidad de (cuatro años) celebra el encuentro con la vaquera con una magna representación en la calle en la que participan un buen número de vecinos de la localidad.

Con mi admirado amigo Isidro Rodríguez, en Hinojosa nacido, he venido manteniendo estos años atrás una divertida porfía sobre cual sería el lugar exacto en que se produjo el encuentro entre la Vaquera y el Marqués.

Yo mantenía con fijeza una tesis pero, a la postre, he tenido que rendirme (¡lo hago tan gustosamente!) a los argumentos de un historiador de raza y oficio como es Isidro.

Sí, acepto sus argumentos y a ellos me avengo.

Así, de las tres “Santa Marías” posibles, se presenta como más probable que a la que se refiere la serranilla sea Santa María de las Cruces, cercana a la localidad de El Guijo.

Y Surge una pregunta:

¿Qué hacia por allí el Marqués? La verdad es que ocasiones de estar en Córdoba tuvo muchas.

Así, por razón de “guerrear”, hay que decir que frecuentemente el Rey convocaba a sus nobles para luchar en la frontera. El Siglo XV fue en este sentido un siglo duro, con constantes batallas y escaramuzas.

Los Mendoza siempre fueron fieles al Rey y atendían de manera inmediata sus llamamientos. Por ejemplo, en el año 1437 es enviado a Córdoba y a Jaén, arrebatando a los moros Huelma y Bexia. Pudo ser esta la ocasión en que el D Íñigo perdiera la “carrera” y se produjera el feliz encuentro.

Íñigo amó y fue amado por muchas mujeres. En “El infierno de los enamorados” dirá:

“E Diana me depara

en todo tiempo venados

e fuentes con agua clara

en los valles apartados.

e arcos amaestrados

con que faga ciertos tiros,

e centauros e satiros

que m´enseñen los collados”.

Pero todo se acaba. En el otoño de 1457 el Marqués se encontraba mal. Había recibido muy duros y sucesivos golpes. La muerte de Catalina, su adorada esposa y su sustento. Poco después, y en el mismo día, la de su sobrino Garcilaso de la Vega, hijo de su hermano Diego en el asedio a Guadix y la de su amadísimo Juan de Mena en Torrelaguna. Todo esto terminó de minar su salud.

El duelo por la pérdida del amigo fue muy intenso.

Almudena de Arteaga, en su biografía del Marqués pone en su boca lo siguiente:

“A falta de un retrato que le recordase, le velé releyendo todos sus poemas, porque a falta de riquezas, éstos con el tiempo serían su perpetuo legado y así, un pedazo importante de su alma quedaría por siempre adherido a la tierra”

A principios del año 1458 de nuevo el Rey Enrique IV solicitó sus auxilios para la guerra y, por primera vez el Marqués excusó acudir al llamamiento…

“Por estar, Señor, aparejándome para morir”

No obstante ocupó su lugar su primogénito Diego.

Sabedor Fernán Álvarez de Toledo, de la gravedad del estado de su querido primo, acudió presto a visitarlo. Le encontró mal y le daba ánimos. Juntos rememoraron su infancia en Carrión, la juventud en la corte aragonesa, los primeros amores, etc… Y así se fue apagando la luz del Marqués.

Cerró definitivamente los ojos el día 25 de Marzo, día de la Encarnación, un día de la Virgen. No se llevó consigo el secreto de su lema “Dios y vos”.

Ya se ha comentado que el Marqués amó y fue amado por muchas mujeres en la tierra pero él sobremanera lo hizo a la Madre del Cielo, a la Virgen María. A ella se refiere el “Vos” de su lema, complemento del “Ave María, Gratia Plena” que puede leerse en su escudo.

Su sobrino Gómez Manrique en su “Planto de las virtudes y poesía del Marqués de Santillana” escribió su epitafio. Dice así:

Lloren los ombres valientes

por tan valiente guerrero

e plangan los elocuentes

e los varones prudentes

lloren por tal compañero.

SIGLO XVI

Paradójicamente, la conquista de Granada y el descubrimiento del nuevo mundo (1492) va a suponer el comienzo de un progresivo declive de Córdoba pues pierde su posición de cuartel general en la reconquista de Granada, alejando de la ciudad a los Reyes y a su Corte.

De igual modo, Sevilla va a convertirse en el epicentro del comercio con América, en detrimento de la precedente importancia e influencia de Córdoba.

No obstante, en el año 1575, al tiempo que en Carrión se colocaba la última piedra del impresionante Claustro del Monasterio San Zoilo (19-Febrero-1575) en Córdoba se iba a vivir un trascendental y feliz acontecimiento. “El descubrimiento de las reliquias de los Mártires” en la Iglesia de San Pedro.

En el pueblo cristiano de Córdoba existía la tradición de que en esta Iglesia habían sido sepultados algunos cuerpos de Mártires y, en concreto los de Fausto, Januario y Marcial, a quienes estuvo dedicada.

En el año 1575 se abordó una gran obra de remodelación de la Iglesia y en el transcurso de ella, el día 21 de Noviembre, cuando se trabajaba en la cimentación de los nuevos pilares llamados a sustituir a los precedentes, se encontró el sepulcro con las ansiadas reliquias de los Mártires.

Teodomiro RAMIRÉZ DE ARELLANO describe el sepulcro.

“Era de piedra labrada, de unas tres varas de largo, tres cuartas de ancho y vara y media de alto, con tapa y en esta un agujero circular. Dentro había unos quince cráneos e infinidad de huesos sueltos”

Del hallazgo se dio cuenta inmediata al Obispo D. Francisco Bernardo Alvarado de Fresneda, quien mandó hacer las averiguaciones oportunas. Tras la limpieza de la losa del sepulcro se pudo descifrar parte de la inscripción. Era ésta:

SANCTORUM. MARTIRUM. XPTI. JESV FAVSTI. ET MARTIALIS.

Dispuso el Obispo recoger todos aquellos huesos y colocarlos en un arca de tres llaves que se custodiase en la capilla de Santa Lucía donde nadie osase tocar.

Tras el gozo inicial vino un segundo momento en que por ciertos sectores se expresaron dudas sobre la autenticidad de las reliquias. De algún modo eran dudas interesadas. Hay que tener presente que el epicentro de la devoción a los Mártires en Córdoba hasta ese momento se encontraba en el Monasterio de los Mártires que se alzaba majestuoso a la altura del meandro del río, ocupando una gran extensión. Desde mediados del Siglo XVI se encontraba en manos de los Dominicos y estos hicieron mucha fuerza por relativizar el hallazgo en San Pedro, para no perder influencia.

En este contexto, cuando aún no habían transcurrido dos años desde el hallazgo del sepulcro, ocurrió un suceso de gran importancia para Córdoba en cuanto que marca el comienzo de la fervorosa devoción que se tiene en esta ciudad a su custodio, me refiero a las apariciones del Arcángel San Rafael al Padre Andrés de las Roelas y el célebre juramento a la ciudad ocurrido el día El día 7 de Mayo de 1578

“Yo te juro por Jesucristo crucificado, que soy Rafael, a quien Dios tiene puesto por guarda de esta ciudad”

El hallazgo del sepulcro y la confirmación de su autenticidad por la revelación hecha al P. Andrés de las Roelas levantaron una ola de fervor en Córdoba.

Con estos argumentos el Concilio de Toledo aprobó sin dificultad la veneración de las reliquias aparecidas en San Pedro.

Inicial discrepancia con Carrión y avenencia

En este contexto de exaltación en Córdoba por la recuperación de las reliquias fue motivo de cierto disgusto la afirmación por los carrioneses de que las de San Zoilo no estaban en Córdoba, sino en Carrión, que allí las llevó el Infante Don Fernando.

Los cordobeses lo combatían tomando como argumento el hecho de que en la inscripción de la lápida apareciese el nombre de “Zoili”

Acudieron para defender su tesis a Ambrosio de Morales, ilustre cordobés que pasaba por ser el mayor experto en reliquias de la época.

Bien podía serlo pues pocos años antes Felipe II, que profesaba gran devoción por ellas, le encargó realizase en el año 1572, el inventario de las reliquias que se encontrasen en su reino. Así lo hizo el cordobés, documentando su labor en un libro titulado  “Viaje a los Reinos de León y Galicia y Principado de Asturias, para “Reconocer las reliquias de los Santos, Sepulcros Reales y Libros Manuscritos de las Catedrales y Monasterios”

Ambrosio de Morales sabía de sobra que las reliquias de San Zoilo se encontraban en Carrión porque las había visto y las había inventariado, pero tuvo la astucia y el acierto de dictaminar de modo que dejó contentos a todos.

Sostuvo Ambrosio de Morales que sin duda la mayor parte del cuerpo de San Zoilo se encontraba en Carrión pero que los mozárabes cordobeses al partir el infante, doliéndoles tanto la pérdida, rogaron les dejase alguna reliquia en Córdoba a lo cual éste accedió, encontrándose éstas mezcladas con las demás en el sepulcro de San Pedro.

La tesis fue aceptada de buen grado por los cordobeses.

La Hermandad de los Caballeros de San Zoilo, a la que pertenecía lo mejor de nobleza cordobesa, (entre ellos D. Luís de Góngora) y que tenía su sede en unas habitaciones próximas a la Iglesia de San Miguel, abanderó su causa en la ciudad.

Deseosos los Caballeros de contar con una reliquia indubitada de su Santo Mártir acudieron en el año 1600 al Corregidor de Zamora D. Antonio de Bañuelos, vecino de Córdoba, para que se acercase a Carrión y tratase con el General de la Orden Benedictina, a la sazón Fray Juan de los Arcos y con Fray Plácido de Huesca, Abad del Monasterio de San Zoilo, la concesión de una reliquia del Santo.

La reliquia (una canilla de un brazo) se concedió sin problemas, pero por distintos motivos la entrega no pudo hacerse efectiva hasta el año 1714.

Tras los correspondientes preparativos, los Caballeros en el siguiente año 1715, depositaron la reliquia con toda devoción en la ermita de su Hermandad.

En la biblioteca de la Universidad de Granada se conserva el sermón que predicó Fray Antonio Ventura de Prado, del Sagrado Orden de la Santísima Trinidad de Redentores con motivo de la entronización de la reliquia. Esta reliquia se encuentra extraviada o perdida.

SIGLO XXI

Ha habido hechos relevantes:

El 7 de Noviembre de 2003, coincidiendo con el XVII Centenario del Martirio del Santo se produjo la presentación del Libro “San Zoilo un Mártir Cordobés en el Camino de Santiago” y al día siguiente se realizó la primera “Ruta por Córdoba de San Zoilo y sus compañeros Mártires”

En el año 2017 ha tenido lugar la resacralización de la ermita de San Zoilo antes dedicada a espacio de catequesis y actividades varias de la vecina parroquia de San Miguel.

En este año se solicitó a Carrión una nueva reliquia la cual también se concedió y se encuentra ya en la ciudad (ignoro donde) a la espera de su solemne entronización en la ermita.

    • III PARTE: PROPUESTA DE HERMANAMIENTO

Hemos visto que nuestras relaciones han estado presididas por la amistad.

En Carrión el fervor, el cariño, la devoción a San Zoilo es inmensa. A él están dedicadas sus fiestas patronales y, el día del Santo se convierte en la mayor celebración del año. Los carrioneses se reúnen en torno al Patrón. Los que no residen habitualmente en Carrión, acuden desde allí donde se encuentren, por alejado que sea al lugar.

Lo principal del día es la procesión, que tiene dos momentos:

        • El traslado desde la Iglesia de San Julián hasta la Iglesia de Santa María para celebrar la misa, se hace de modo solemne, con las autoridades, damas, clero y fieles perfectamente ordenados y dispuestos, portando los quintos y quintas del año la imagen del Santo, caminando todos a ritmo de las acompasadas marchas de la banda municipal.
        • Tras la misa tiene lugar la procesión “popular”. A la salida del templo la emoción se desata, la banda de música cede su puesto a la charanga y los quintos comienzan a bailar al Santo a ritmos festivos que expresan la desbordante alegría de un pueblo que vibra con su Patrón.

La procesión, que apenas tiene que cubrir doscientos metros, se prolonga más de una hora en la que los quintos evolucionan, suben, bajan, avanzan y retroceden hasta prácticamente caer rendidos a las puertas del templo de San Julián donde otra vez la banda municipal toma el relevo y todos, ya solemnemente, cantamos el “Himno a Carrión”. Acto seguido se deposita al Santo en su natural emplazamiento hasta que el próximo año vuelva a recorrer las calles de la ciudad.

Todos los jóvenes de Carrión hemos llevado al Santo sobre nuestros hombros en este día. Es una ocasión única, largamente esperada. Ya desde la adolescencia se sueña con ello, con ese momento en que de modo indeleble el corazón de San Zoilo se funde con el del joven que lo porta. Y así, de generación en generación.

Hasta el año 2003 lo único que se sabía de San Zoilo era que había nacido en Córdoba. Nada más.

Mi libro, “San Zoilo; Un Mártir cordobés en el Camino de Santiago” aportó mucha información al respecto, lo cual fue enormemente agradecido por el pueblo.

Es lo cierto que en Carrión la palabra “Córdoba” o “Cordobés” evoca los mejores sentimientos, porque nos recuerda al Patrón. Por eso, cualquier Cordobés, cualquier Cordobesa encontrará en Carrión la mejor de las bienvenidas, las más sinceras muestras de afecto.

Lo que estoy queriendo decir es ¡QUÉ OS QUEREMOS! ¡QUÉ OS HEMOS QUERIDO SIEMPRE!, espero haberlo hecho evidente con mi Discurso.

Y si tanto nos hemos querido, y si tanto nos queremos ¡POR QUÉ NO NOS HERMANAMOS FORMALMENTE! Por qué no casamos a este galán del norte con esta belleza del sur.

Hoy, día 21 de Noviembre de 2019, en esta sede de la Real Academia de Córdoba, PROPONGO EL HERMANAMIENTO DE NUESTRAS DOS CIUDADES y os convoco para que antes de un año ello sea una realidad, recabando a tal fin la adhesión de las autoridades civiles y eclesiásticas, así como de las instituciones, entidades, asociaciones de ambas ciudades y de sus vecinos.